por Camila Ortiz
1) El tiempo en este nuevo poemario aparece como una constante y como clave de interpretación, pues bien podemos encontrarlo en algunos textos como una promesa de futuro, pero también como nostalgia y añoranza, también se hace presente desde lo más material, el envejecimiento que sufrimos, las tareas diarias y el calendario que marca la rutina, frente a ciertas percepciones oníricas de viajes imposibles en que el tiempo se difumina junto al espacio, podrías Gabriel explayarte respecto a este tópico y la importancia para tu obra.
El tiempo es importante en mi escritura, toda vez que inunda todo en la vida de las personas, es algo que siempre está avanzando, tengamos conciencia de ello o no, pero indefectiblemente en algún instante se nos aparecerá frente a nosotros y allí nos daremos cuenta de su existencia y los efectos sobre nuestras vidas, de lo que hicimos o dejamos de hacer o lo que haremos más adelante. Básicamente utilizo este concepto para jugar con las distintas etapas que se van viviendo y los distintos significados que van tomando en una misma persona a lo largo de su vida. Por otra parte, por mi formación, también lo utilizo en las grandes preguntas que se hace el ser humano sobre el universo y cavilo sobre todos esos aspectos, sobre la existencia de un universo o de multiversos. Además el tiempo es componente importante de toda la tecnológica actual que todos usamos y quizás no nos demos cuenta de ello, en cuanto a las ondas, las transmisiones, los códigos, internet, cable, celulares, etc.
2) Me llama la atención la gran cantidad de signos que conforman tu material poético, la versatilidad, desde un poema que toma como foco de atención el chocolate ante otro que se centra en el mundial de fútbol, hago este paralelo por lo disímil de los temas, sin embargo, creo captar el nexo en la sinestesia, en la invitación a evocar aromas y una atmósfera, podrías darnos tu impresión al respecto.
Los objetos poéticos, o signos con que trabajo, abarcan todo lo que existe o se presente ante mí. No hay ninguna situación de la vida real que no sea digna de ponerle atención, tampoco en el ámbito de los pensamientos, los sentimientos, las ciencias, los misterios, la existencia, la metafísica, las creencias, los sueños, lo onírico, etc. Por eso mi poesía va de un lado a otro explorando todo. Puede ser un poema con una atmósfera especial, pueden ser mundos desconocidos, puede ser un poema tipo postal, en el cual describo extensamente lo que ocurre en ese lugar, como si fuera un video, o pueden ser poemas con estrofas aparentemente inconexas unas con otras, como un alebrije poético, pero que son una forma de pintura de la palabra con muchos trazos exploratorios.
3) Para los lectores que recién están conociendo tu trabajo, podrías hablarnos un poco de tu estética, con que autores te sientes por educación sentimental vinculado, y a la vez dentro de la tradición nacional, en qué parámetros ubicas tu obra.
Cultivo una estética propia producto de mi formación y el medio en que me he desarrollado. Mi escritura es a veces directa, otras veces un poco menos y otras son sólo signos que hay que interpretar. Me gusta escribir correctamente, respetando el idioma y sus reglas. No me siento cómodo escribiendo en métrica, no me permite expresarme con la nitidez que me gusta, siempre hay que hacer ajustes que terminan haciendo sonar un poco extraño los versos, se pone el poema al servicio de la métrica. Sin perjuicio de lo anterior, a veces lo hago con algunos poemas, como en este libro, donde incluyo algunos sonetos clásicos y alejandrinos, una selección de adónicas y aikus, pero el grueso de los poemas están en verso libre.
En relación a los autores que me siento vinculado, me gusta la estética de Jorge Teillier, Pablo Neruda y ciertos aspectos de Rabindranath Tagore. No soy un conocedor de un gran universo de poetas, pero seguro hay muchos que si los leyera, quizás me gustarían si van un poco relacionados con mi estética.
Mi obra la ubico cerca de la tradición literaria de nuestro país, aquella que comparte un tiempo que comprende la segunda mitad del siglo pasado y lo que va de este siglo que me ha tocado vivir, junto a la cultura en la cual estoy inmerso y a los valores y creencias de la sociedad. Así que todos esos elementos de alguna manera moldean la visión y la forma de ver las cosas de muchas personas.
4) Gabriel, podrías contarnos en que se diferencia este libro de tu poemario anterior Cavilaciones y Sendas, qué encontrará el lector en estos nuevos textos y en segundo lugar en qué estás trabajando ahora, cómo se proyecta e inserta Destellos en el Camino en tus obras por venir.
Como dije anteriormente, mis libros se valen de múltiples signos para la creación poética, que son comunes a los dos. En Cavilaciones y Sendas trato sobre cosas cotidianas, hago un viaje interior sobre algunas cosas, también desarrollo poéticamente conceptos de la física como el sonido, la luz, misterios del universo. Hago reminiscencias de cosas que ya no están o que conocí en mi niñez y juventud, junto a un capítulo completo dedicado exclusivamente a la descripción de lugares y paisajes del norte de Chile y de otros países.
En este libro Destellos en el Camino, básicamente me ocupo del tiempo, tanto personal como referido a otras cosas, de la existencia, del destino, de las vidas, de viajar en el tiempo, de algunos mundos que desaparecen. Se hace un poco más simbólica en algunos textos y también me interno en ambientes oníricos, construyo ciertas atmósferas a trazos como si tuviera una paleta de colores, con los cuáles dibujo parajes abstractos. Al igual que el primero, salto de un tema a otro, tal como es la vida, donde no hay simetría si no que todo es ecléctico.
Ahora tengo terminados dos libros más y estoy comenzando a trabajar en el quinto, todos ellos aproximadamente contienen 140 poemas, que es la medida que he elegido para publicar. Todos ellos se insertan en un solo continuo, me paseo por infinidad de temas y los voy tratando según mi forma de interpretarlos. Por lo que Destellos en el Camino se inserta en ese camino junto a los otros dos terminados y no publicados aún.
por Camila Ortiz.
Imágenes de Irlanda
Paso por los verdes paisajes de Irlanda,
por caminos entre campos y pequeños pueblos,
paso por Shannon, Limerick y sigo hacia Ennis,
por esas rutas llenas de frio y nieblas bajas,
por donde viven los duendes en bosques perdidos.
Escucho el océano en los acantilados de Moher,
vertical caída a un mar siempre embravecido,
que golpea sin cesar las paredes milenarias,
en un diálogo de eras con su idioma de espumas,
elevando un rumor grave que se pierde en sus paredes.
Pasado de vikingos y normandos en tus venas,
imponente castillo de Bunratty en las sombras,
voces del siglo XIV salen de sus ventanas,
mientras doncellas de profundos ojos azules,
ondean su roja cabellera en el viento de la historia.
El bar de la Durty Nellys, remanso del tiempo,
una gota de pasado vertida en una cerveza Guinness,
muebles y casa de la edad media me envuelven,
mientras suenan los cantos y alegrías irlandesas,
que hacen vibrar el fuego con sus voces de siempre.
Un caballo blanco pasta manso bajo la lluvia,
lluvia que cae eterna sobre el brumoso paisaje,
paisaje quieto, con brisas que tren trozos de historia,
me envuelven mientras camino bajo la lluvia,
internándome en el verde linaje de sus extensos campos.
Paisajes mentales
Internándome en lugares más allá de los sonidos,
donde los silencios llenan todo el interminable paisaje,
entro en una dimensión como de otro planeta,
donde la mirada se pierde en lomajes lejanos,
de milenarias presencias, eternamente quietos.
Es el fin de la tierra, es una puerta cerrada y oculta,
que se abre sólo cuando mis pasos la buscan,
y entro en esa esencia gris y ese viento antiguo,
que trae enredado en sus largos velos de polvo,
historias arrastradas en su eterno ir y venir por la nada.
Quisiera encontrar en estos amplios parajes irreales,
de pronto, como salido de la nada, a otro ser,
un ser de otra dimensión, también perdido en el paisaje,
quizás de otros mundos desconocidos u olvidados,
adentrándose en sus propios pensamientos agrestes.
Mirarnos nuestros cuerpos ampliamente distintos,
como si fuéramos dos alienígenas de diferentes mundos,
que divagan en sus respectivos pensamientos,
con palabras y signos ininteligibles para el otro,
quizás de las mismas cosas eternas del vasto universo.
Es un espacio de intersecciones planetarias superpuestas,
donde como en un holograma venido desde el tiempo,
interactuamos en una danza común de existencias,
con los mismos problemas no resueltos en las vidas,
con los mismos caminos inconclusos, bajo este viento extraño.
El viajero
Ayer nos embarcamos en una nave de viento,
era transparente y suave flotaba en el vacío,
remontamos primaveras, árboles y trinos,
y el mundo entero nos miraba en la nada,
y a veces las nubes nos vestían de blanco.
Los bosques lluviosos entregaban aromas vitales,
llegaban sonidos de sus raíces profundas,
dialogando con la tierra y con el agua subterránea,
en una ancestral simbiosis que remonta eras,
en un todo amalgamado como unidad vital.
Luego sentí nítido el mar con sus lamentos,
en su eterno palpitar de olas, arenas y gaviotas,
cambiando siempre sus colores según su ánimo,
cobijando a todas las criaturas marinas,
como un mundo paralelo en nuestra existencia.
Pasamos por interminables desiertos silentes,
algunos eran verdes otros amarillos, otros oscuros,
y se sentían los llamados de todas las pirámides,
para saludarnos mientras seguíamos el destino,
viajando hacia un oráculo oculto en el espacio.
Finalmente entramos en mundos desconocidos,
era como una bodega de un universo lejano,
nos internamos en lo profundo de la nada,
y la nave de viento se desarmó poco a poco,
quedando atrapados en un recodo de la eternidad.
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